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Campi: “Quería venir a Gualeguaychú porque pasé gran parte de mi infancia en Entre Ríos”

En diálogo con EL ARGENTINO, el humorista recordó cuando vino por primera vez al Teatro Gualeguaychú y cómo es hacer Monólogos argentinos, el espectáculo en el que encarna a 6 personajes muy distintos creados por él mismo.

Jueves, 12 de Junio de 2025, 18:34

Por Germán Farabello

El reconocido actor cómico Martín Campilongo (56), o simplemente “Campi” como todo el mundo lo conoce, hizo su paso por la ciudad trayendo la primera función de Monólogos argentinos, de gira. Con un gran marco de público, la sala del Teatro Gualeguaychú se llenó de risas, aplausos, pero también hubo momentos para la emoción y la reflexión.

 

Con un abanico de personajes muy disímiles, el actor logra reflejar la idiosincrasia argentina con sátira e inteligencia en 6 historias breves que van desde un taxista, un pequeño hombrecito de Nordelta, una abuela, hasta llegar a su famosísimo Jorge, aquel entrañable hombre familiero, simple, pero a la vez bien resuelto con el cual supo traspasar la pantalla de la Tv.

 

En diálogo con EL ARGENTINO, Campi aseguró que “quería venir a Entre Ríos, uno de los personajes que hago es de Colón, y se dio que por organización de la producción la gira empezó acá. Pasé gran parte de mi infancia en Victoria, así que es un lugar al que me encanta venir”. Además, recordó que hace 15 años visitó esta misma sala junto al recordado humorista Emilio Disi: “Cuando llegué se me vinieron un montón de recuerdos y fotos a la cabeza”.

 

 

Con dramaturgia propia, basada en personajes que él mismo saca de la realidad, la gira continuará hasta noviembre y recorrerá gran parte de la Argentina para luego continuar con presentaciones en Uruguay y Paraguay. Consultado por las sensaciones tras la función, el cómico quiso remarcar su gratitud con el público: “Quiero dejar un agradecimiento enorme a la gente por haberme recibido tan bien, tan cálidamente como son los entrerrianos”.

 

Monólogos argentinos

El espectáculo comenzó de manera puntual, algo que habla del profesionalismo y la seriedad con la que Campi encara su trabajo. Desde el inicio, incluso antes de abrir el telón, su primer personaje atraviesa la sala rompiendo la cuarta pared, al tiempo que comienza a generar una cercanía con el público que en este caso es física aunque también vivencial.

 

El tachero que se presenta de modo amigable y despreocupado, dialoga con el público sobre los aspectos cotidianos de cualquier trabajador argentino: el stress de la crisis permanente, los cortes de luz en verano, la falta de perspectiva, la viveza criolla, pero sobre todo rescatando el valor de lo nacional. Con una gran respuesta del público, el espectáculo inicia con una fuerte cuota de humor y así se mantendrá durante toda la función.

Es que si bien la función del 7 de junio fue la primera de su gira, los Monólogos argentinos de Campi han sabido posicionarse en la cartelera porteña durante 4 temporadas, además de 2 temporadas más en Mar del Plata. Por ello, obtuvo el premio de Argentores a Mejor Texto, además de ser galardonado con una Estrella de Mar por su humor y calidad actoral.

 

 

Tras un breve intervalo del que participa un músico que sirve para generar el espacio necesario entre un monólogo y otro, vemos al segundo personaje: un pequeño hombrecito de clase alta, vecino del exclusivo barrio de Nordelta. En este segundo momento la obra no hace más que afianzarse, tanto en lo interpretativo como en la respuesta del público.

 

El espectador se familiariza con el ritmo propuesto y con la expectativa de los cambios que vendrán. Las carcajadas se reavivan cada vez que el actor logra interactuar de manera efectiva con los asistentes a través de una familiaridad que se da natural.

 

Pronto, la versatilidad del actor dará vida a una abuela que a pesar de su voz ronca por el cigarrillo y su predilección por los insultos, se ganará la empatía de los espectadores. Con relatos simples pero creíbles, Campi logra generar los climas necesarios para mantener la atención y la emoción del público. Los cambios de vestuario son ágiles y la escenografía como debe ser, es la justa y necesaria.

 

 

Luego veremos a un joven de escasos recursos, que a pesar de lo marginal de las anécdotas sobre una infancia llena de carencias, logrará hacer reír al público de manera descomunal. Los saltos abruptos de sus personajes también sirven para eso, para que cada historia pueda percibirse no solo de manera aislada, sino en contraste con su antecesor.

 

Uno de los momentos más álgidos del espectáculo se da con la entrada de Juan Pendola, personaje entrerriano de la ciudad de Colón, quien montado a un ñandú recorre la sala interactuando con los espectadores. Finalmente, la obra culmina con el personaje más entrañable (y seguramente más famoso) de todos: Jorge. Este padre y abuelo de familia que habla de cosas simples y bien reconocibles logra tocar la fibra emotiva sin caer en lugares comunes. Con habilidad para despertar la memoria de lo cotidiano, Campi se asegura de que el espectador de Monólogos salga contento, pero también pensando.

Temas:

Espectáculo Teatro Gualeguaychú Gualeguaychú Teatro
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