Lucas Heberlein, con solo 14 años, acaba de consagrarse campeón invicto en un torneo que reunió a los mejores jugadores de Gualeguaychú. Formado en talleres escolares y sostenido por el esfuerzo familiar, el joven repasa su recorrido y los desafíos de competir en Entre Ríos.
Redacción EL ARGENTINO
El ajedrez entró en su vida cuando todavía aprendía a escribir con letra cursiva. Tenía apenas seis años cuando, en su escuela, el Instituto Bettendorff, descubrió un taller que lo marcaría para siempre. “Arranqué con el ajedrez gracias a mi escuela, en un taller desde primer grado”, recordó Lucas en diálogo con EL ARGENTINO. Ese primer contacto fue el inicio de un camino que ya lleva ocho años de dedicación y compromiso.
A los 14 años, Lucas se consagró Campeón de Primera de la Asociación de Ajedrez de Gualeguaychú (ADAG). Su nombre empieza a sonar con fuerza en el circuito local. No solo por su talento, sino por la madurez con la que analiza cada partida y cada obstáculo.
Sus referentes también hablan de su mirada: admira a Diego Flores por su estilo agresivo y creativo, y sigue de cerca a jóvenes que están haciendo historia, como Faustino Oro o Ilan Schnaider. “Son jugadores con logros gigantes, inspiran mucho”, afirmó el joven, dejando ver que su formación no se limita al tablero, sino también a observar, estudiar y aprender de quienes empujan los límites del ajedrez argentino.
Empate en tabla
El certamen, de siete rondas y dos partidas por semana, reunió a los mejores ajedrecistas de Gualeguaychú, sin distinción de edades. “Ninguna ronda fue regalada o fácil”, resumió Lucas a EL ARGENTINO. Aun así, logró mantenerse invicto.
La definición tuvo un condimento especial: llegó a la última ronda empatado en puntos con Fabio Butteri, ambos con cinco unidades. Pero Lucas tenía una ventaja: “ya le había ganado en el enfrentamiento directo, por lo que un empate en la tabla final me favorecía. De todas maneras, si quería salir campeón, estaba obligado a ganar la última ronda, y por suerte lo logré”, contó el joven ajedrecista.
Detrás de cada logro, sin embargo, hay desafíos que no siempre se ven. La disciplina diaria es uno de ellos. “Es un deporte y hay que estar activo todos los días”, explicó.
El desafío de representar a la provincia
Al llegar a este nivel aparece un obstáculo que comparten muchos jóvenes deportistas del interior: los costos. “Uno de los desafíos más grandes para mí, que vivo acá en Entre Ríos, es afrontar el gasto que genera ir a competir y representar a la provincia”, señaló. Viajes, inscripciones, estadías, materiales: todo suma, y no siempre es fácil sostenerlo.
Por eso, el acompañamiento institucional se vuelve clave. El joven no duda en agradecer a la Federación Entrerriana de Ajedrez (FEDA), que impulsa torneos en distintas localidades, y al área de Deportes de la Municipalidad, que brinda apoyo económico en competencias oficiales y a las becas que recibe. “Este respaldo -mencionó-, hace posible que más chicos y chicas puedan competir, crecer y representar a Entre Ríos en distintos torneos”.
Cuando habla de lo que lo mueve, su respuesta es simple. “Me impulsa buscar mejorar cada día un poco más. Como a todo deportista, me motiva la alegría de ganar y la pasión que tengo por este juego-ciencia”, afirmó.
Esa combinación —pasión y disciplina— parece ser el motor que lo empuja a seguir avanzando, a estudiar nuevas aperturas, a enfrentar rivales más fuertes y a soñar con escenarios más grandes. Desde aquel taller escolar hasta el título reciente, su recorrido muestra que el talento florece cuando hay oportunidades, acompañamiento y un compromiso que se renueva cada día.