Estudiar lejos de casa: Cudegua y el desafío de sostener un proyecto histórico

En 2025, Cudegua está cumpliendo 56 años de existencia, consolidándose como un espacio fundamental para las juventudes de Gualeguaychú que buscan continuar sus estudios universitarios en La Plata. En un contexto económico cada vez más complejo, estas casas de residentes resultan esenciales, ya que permiten que las y los estudiantes accedan a títulos de grado universitarios y eviten afrontar los costos de un alquiler.

Desde la actual administración, iniciada en 2011, comentaron que la institución lleva seis años en su edificio actual, por donde ya pasaron más de 50 estudiantes que, al graduarse, dejaron su lugar para nuevas ingresantes. Con capacidad para 15 mujeres, Cudegua se sostiene gracias al aporte municipal y a una contribución mínima que realizan las propias residentes para cubrir servicios básicos como electricidad, gas, internet y mantenimiento general. Su objetivo histórico sigue intacto: garantizar que ninguna joven con deseo de estudiar quede afuera por razones económicas.

En este contexto económico, las familias se preguntan si podrán sostener los estudios de sus hijas fuera de la ciudad, y la experiencia del Centro Universitario de Gualeguaychú (Cudegua) cobra sentido y brinda esperanza.

Poder estudiar y no poder hacerlo

Para muchas jóvenes, Cudegua es la diferencia entre poder estudiar o no. Abril Orradre, que acaba de pasar a 6.º año de la Licenciatura en Psicología, resumió a EL ARGENTINO lo que significa para ella la beca habitacional: “La verdad que fue un alivio grande saber que contaba con la beca, sobre todo por la parte económica y lo que conlleva estudiar en otra provincia. Sabía que al tener esta oportunidad iba a poder estudiar y eso para mí y mi familia fue importante”.

Daiana Cardoso, estudiante de Odontología, coincidió con Abril y mencionó a EL ARGENTINO: “La carrera de mis sueños está en La Plata, y al enterarme que había sido seleccionada fue una alegría inmensa. Sin Cudegua este sueño no sería posible”.

La historia de Cudegua está marcada por la voluntad comunitaria y de muchas familias que han tenido vínculo con la entidad. En todos estos años, Cudegua ha acompañado a muchas jóvenes gualeguaychuenses en la obtención de su título de grado. Alejandra Álvarez, tesorera de la Comisión de Apoyo, recordó en diálogo con EL ARGENTINO: “Desde 2011, la comisión actual registra alrededor de 15 jóvenes gualeguaychuenses que lograron recibirse mientras vivían en Cudegua. Si bien muchos registros anteriores se perdieron, se estima que más de 50 estudiantes transitaron por la casa en los últimos años”.

El funcionamiento depende de dos pilares: “El aporte de la municipalidad, el cual se hace cargo del alquiler de la vivienda —afirmó Alejandra— y una cuota mensual que aportan las becadas para gastos básicos”. En la actualidad, la casa necesita muchas cosas, sobre todo organizar una pintada para enero y febrero de 2026.

Estar lejos y cerca

Mientras tanto, las estudiantes viven en carne propia lo que significa mudarse a otra ciudad. Abril lo describe con honestidad: “La distancia, la verdad que es complicada. Al principio, te duele perder lo cotidiano de lo que fue tu mundo durante 17 años. Sentís que si bien estás cerca, gracias al teléfono y la tecnología, también estás lejos de todo lo que pasa en Gualeguaychú”.

Daiana también reconoce ese impacto. Para ella, la casa no es solo un techo y agradece a las personas que permiten que este proyecto siga adelante: “Estoy muy agradecida con Cudegua, con Alejandra, Elsa y mis compañeras. La meta es recibirnos, ejercer y aportar nuestro granito de arena a la sociedad”.

Abril suma algo más: “Acá hacés amigos que te ayudan a sentirse en casa. Lo loco de la distancia es que no sabés adónde pertenecés, si acá o allá. Porque en La Plata pasamos mucho tiempo que es de calidad y nos forma como personas adultas”.

En un país donde el costo de vida en ciudades universitarias se disparó, la existencia de un espacio como Cudegua se vuelve estratégica. Abril lo dijo sin vueltas: “La casa me abrió todo un camino por delante que no hubiera podido recorrer de otra manera”.

Daiana piensa en el futuro: “A partir de mi formación me gustaría formar mi propio consultorio, seguir aprendiendo y ayudar a las personas”. Abril, por su parte, imagina “trabajar con niños” y devolver a sus padres “todo lo que ellos hicieron por mí”. Ambas coinciden en que la experiencia de vivir lejos transforma: “te permite formarte como persona, lo que vale la pena nunca es sencillo”, dijo Abril.

Daiana lo traduce en un mensaje para quienes vienen detrás: “A los chicos y chicas de Gualeguaychú que sueñan con estudiar afuera les diría que trabajen por sus sueños, y que si no pueden costearse por cuestiones económicas, que se postulen en Cudegua. Es un espacio hermoso, somos muchas estudiantes conviviendo y estudiamos diferentes carreras pero con la misma meta: recibirnos y crecer como personas”.

Una preocupación latente

Alejandra Álvarez es, además, mamá de una becada y conoce de cerca lo que implica sostener este proyecto. Explicó la preocupación que tienen desde la comisión: “El apoyo que se tiene de la familia es muy poco. Hay una cuota social que se aporta y alguna ayuda cuando se necesita. La comunidad no colabora, contamos solamente con el aporte que hace la Municipalidad, que es histórico para pagar el alquiler de la casa. No contamos con la ayuda de ninguna empresa. Tampoco de las profesionales que se han recibido en la casa; ellas es como que terminan y se olvidan”.

Alejandra trabaja junto a Elsa Zábalo desde hace muchos años y mencionó el deseo de revertir esa situación: “Nosotras estamos desde el 2011 luchando con Elsa para que se pueda generar ese vínculo con las egresadas que salen de la casa. Queremos que las profesionales se acerquen y que puedan de alguna forma lograr que la casa siga para dar nuevas oportunidades. Pero no hemos podido lamentablemente. Nos gustaría que las becadas que se recibieron, que tuvieron esa oportunidad, puedan estar cerca de Cudegua en este momento tan difícil”.

Selección de nuevas becadas

La selección de nuevas becadas depende de las vacantes que se generan cada año. “Hay años que hay vacantes y otros no. Las vacantes dependen de que las chicas terminen sus carreras, también puede suceder que dejan la casa, o que alguna abandone los estudios por problemas personales”, explicó Alejandra.

Para el ingreso a Cudegua, la Municipalidad realiza entrevistas socioeconómicas y luego la comisión completa el proceso: “Una vez llegada la ficha, nosotras, nos encargamos de hacerle la entrevista, informarle sobre el Estatuto de Convivencia que tiene la casa y lo que deben tener en cuenta para vivir en la misma”.

Alejandra agregó un deseo que se repite desde hace muchos años: “El mayor desafío que tenemos es poder lograr que Cudegua tenga la casa propia”. La falta de un inmueble estable vuelve frágil un proyecto que, sin embargo, sostiene sueños concretos. “La situación para el mantenimiento de este proyecto se hace cuesta arriba; está cada vez más complicada la organización y la colaboración”.

En tiempos donde estudiar fuera de casa se vuelve un privilegio difícil de sostener, Cudegua aparece como un puente entre la voluntad de las familias, el esfuerzo de las jóvenes y una comunidad que, aunque a veces se diluye, sigue apostando a que más chicas puedan construir su futuro lejos de su ciudad, pero no solas.