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Una mujer confesó que le dio clonazepam y asfixió con sus manos a su hija de 9 años

Una joven, presuntamente con trastornos psiquiátricos, confesó haber causado la muerte de su hija tras darle pastillas de clonazepam y taparle la boca y nariz. El estremecedor caso sacudió a la provincia de Santiago del Estero.

Viernes, 31 de Octubre de 2025, 9:47

Redacción EL ARGENTINO

Una joven madre de La Banda, identificada como María de los Ángeles, permaneció toda la noche frente al cadáver de la pequeña Daiana, sin reaccionar ante lo ocurrido. El crimen se conoció cerca de las 8 de la mañana del jueves, cuando Néstor Roger Russo (70), abuelo de la menor, fue a levantarla para llevarla a la escuela. Al entrar a la habitación, encontró a la niña muerta sobre la cama y a su hija, la madre de la víctima, sentada en un sillón observando el cuerpo.

 

Russo, exdirector de la Escuela Técnica de La Banda y funcionario de Recursos Hídricos, no podía creer la escena. Le gritó a su hija para que explicara lo sucedido y ella, con frialdad, le respondió que le había dado “cuatro pastillas para que se durmiera”. Inmediatamente, el hombre pidió ayuda a su esposa, Estella Tula Peralta, docente jubilada de la UNSE, quien llamó al servicio de emergencias al constatar que la niña no reaccionaba.

 

“Le di clonazepam para que se muera”

 

Cuando los paramédicos llegaron al domicilio, la madre de la víctima los increpó y lanzó una frase que heló a todos los presentes: “Le di clonazepam para que se muera”. Los profesionales revisaron a la menor y confirmaron que no presentaba signos vitales, por lo que dieron aviso a la Comisaría 13.

 

Poco después, la vivienda —ubicada en el barrio Palermo, sobre calle Irigoyen— se llenó de efectivos policiales y vecinos. Tres fiscales se hicieron presentes: la Dra. Natalia Saavedra, coordinadora de la Unidad Fiscal Banda; el Dr. Mariano Gómez, fiscal de la Unidad de Violencia de Género e Intrafamiliar; y el Dr. Álvaro Yagüe, de Delitos Comunes.

 

Mientras se desarrollaban las diligencias judiciales, María de los Ángeles continuaba inmóvil, abstraída, sin apartar la mirada del cuerpo de su hija. Solo rompía el silencio para inculparse. “¿Y?, es mi hija”, repetía una y otra vez, como si buscara justificar su accionar. Luego, en otro momento, señaló: “Le tapé la boca así”, y acompañó sus palabras con un gesto sobre la nariz, describiendo cómo la asfixió.

 

Investigación y pruebas clave

 

Por orden de la fiscal Saavedra, la mujer fue trasladada a la Alcaidía de Mujeres para ser evaluada por un psiquiatra forense. Los investigadores buscan determinar si comprendía la criminalidad de sus actos, ya que habría sido diagnosticada con esquizofrenia y había abandonado el tratamiento dos años atrás.

 

Durante el operativo, se secuestraron elementos fundamentales: un vaso con jugo, blísteres de clonazepam, peluches, papeles y bolsas con manchas rojizas, una taza con líquido marrón —presuntamente yogurt en descomposición— y la funda de la almohada con rastros visibles. También se encontró gran cantidad de medicamentos recetados por diversas patologías.

 

La autopsia será determinante para conocer si la niña murió por intoxicación o asfixia mecánica. Según el médico policial Diego Costillas, “el cuerpo se encuentra en posición cúbito dorsal, sin signos de violencia recientes, livideces móviles, rigidez cadavérica completa, con data de muerte estimada entre seis y ocho horas”.

Los forenses también tomaron muestras de las uñas de la menor para analizar si intentó defenderse.

 

Tensión familiar y antecedentes psiquiátricos

 

Fuentes judiciales y policiales confirmaron que la pequeña fue vista con vida por última vez la noche anterior, cuando sus abuelos la acompañaron a dormir. María de los Ángeles había dejado su habitación para instalarse en la de su hija, donde pasó las últimas horas junto a ella.

 

Los abuelos, en medio del horror, protagonizaron escenas de desesperación. “¿Ves vos? No querías que la internemos y ¡mirá lo que le hizo a mi hijita!”, gritaba Néstor Russo a su esposa, entre llantos. Estella, sin poder contener el dolor, le preguntaba a su hija: “¿Qué le has hecho? ¿Qué le has hecho a mi hijita?”, mientras la sacudía en busca de una explicación.

 

Ambos reconocieron que la convivencia era difícil. “Nosotros por las noches no dormíamos. Ella se aparecía a la madrugada en la habitación y nos decía que escuchaba voces y veía cosas”, contaron. La mujer había estado bajo tratamiento psiquiátrico en dos oportunidades, pero se negó a continuar. Su cuadro empeoró tras separarse del padre de la niña, quien se trasladó a Ushuaia por motivos laborales.

 

“No tengo paz”

 

El abuelo, visiblemente quebrado, expresó ante sus allegados: “No tengo paz”. La familia Russo Tula había intentado que la joven retomara la medicación, incluso contratando un psiquiatra para que la atendiera en la casa, pero María de los Ángeles se negaba a recibir ayuda.

 

En el vecindario la describían como una persona introvertida y violenta en su entorno íntimo. No se relacionaba con los vecinos y no tenía amigas. Días antes del hecho, su madre le había regalado un teléfono celular que ella arrojó al piso y prendió fuego.

 

La vivienda permanece bajo custodia policial y la habitación donde ocurrió el crimen fue “sellada” con fajas de seguridad, a la espera de nuevas pericias. (Fuente: El Liberal)

Temas:

Crimen Santiago del Estero Menor Niña
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