El dólar a $1500: el mercado exige señales creíbles al Gobierno

La tensión cambiaria volvió a escalar en el centro de la escena económica. Con un dólar que ronda los $1300 y una demanda que no cede, sectores empresariales e incluso voces del propio sistema financiero ya plantean que el tipo de cambio de equilibrio debería ubicarse en torno a los $1500. El dato no es solo técnico: es político. La percepción generalizada en la City es que el precio actual del dólar “está barato” y que el Gobierno ha perdido capacidad de anclar expectativas.

En el mundo privado, los reclamos se multiplican. La construcción, golpeada por la caída de la obra pública, ajustó su referencia cambiaria de $1300 a $1400. En la industria, el atraso complica la competitividad frente a la avalancha de importaciones, y desde el agro señalan que un dólar más alto —hasta $1500— no tendría un impacto inmediato en la inflación si se sostiene un marco estable. Pero la clave, insisten, es la confianza.

El economista Alejandro Vanoli fue más allá y estimó que un tipo de cambio de entre $1600 y $2000 sería necesario para levantar el cepo y volver a atraer inversiones. En el mismo sentido se expresaron operadores bursátiles y consultores económicos, que advierten sobre la fragilidad de un sistema intervenido con instrumentos cada vez menos eficaces.

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El malestar se acentuó con la reciente eliminación de las LEFIs, que obligó al Tesoro a convalidar una tasa del 48% para evitar una corrida. El desarme generó una avalancha de pesos que no fueron absorbidos a tiempo, justo cuando finalizaba la liquidación de la cosecha gruesa. En ese contexto, el mensaje oficial quedó expuesto: el mercado interpreta que el Gobierno no tiene una hoja de ruta clara sobre cómo administrar el esquema de bandas ni cómo acumular reservas.

El presidente del Banco Central, Santiago Bausili, y el ministro Luis Caputo salieron a explicar la maniobra, pero no lograron disipar las dudas. Al contrario, analistas como Gabriel Caamaño sostienen que “cada episodio sin coordinación debilita la credibilidad del plan económico”. Las críticas no apuntan solo a la falta de reservas o al impacto de las tasas, sino a la incoherencia de fondo entre las señales que emite la política y los instrumentos que utiliza el Ejecutivo.

Mientras tanto, en el mercado resuena una advertencia: “Con este tipo de cambio, los minoristas se llevan en dos meses lo que cuesta un año de Vaca Muerta”. La frase resume el diagnóstico: hay fuga, hay presión y no hay confianza.

El Gobierno asegura que el Tesoro ha comprado hasta USD 614 millones en las últimas semanas, pero las cifras no cierran del todo. La suba de las reservas brutas se explica más por movimientos contables que por operaciones netas de mercado. Para el Fondo Monetario Internacional, Argentina sigue con “reservas insuficientes”.

Con una nueva revisión del acuerdo con el FMI en marcha y las elecciones legislativas a la vista, la cotización del dólar se volvió la brújula del clima político. Sin señales sólidas, el riesgo de una nueva corrida vuelve a instalarse. Y esta vez, ni las tasas ni las bandas parecen alcanzar.