Redacción EL ARGENTINO
Argentina atraviesa el descenso más marcado de su natalidad en lo que va del siglo. Según el Dosier Estadístico de Niños, Niñas y Adolescentes que publicó el Indec, la tasa cayó casi a la mitad en los últimos diez años y redefinió la estructura familiar: apenas el 45% de los hogares convive hoy con al menos un menor de 18 años.
El informe muestra que, mientras en 1991 más de la mitad de los hogares tenía niños o adolescentes, en 2022 ese porcentaje descendió al 45%. La baja fue sostenida y homogénea en todas las regiones del país.
Entre 2000 y 2014, la tasa de natalidad se mantuvo estable —entre 19 y 18,2 nacidos vivos por cada mil habitantes—, pero a partir de 2014 inició un ciclo de retroceso constante hasta alcanzar 9,9 en 2023. Esa cifra marca una ruptura estructural: es el valor más bajo en décadas y duplica la velocidad de caída histórica.
Las provincias del NOA continúan encabezando los porcentajes de hogares con menores. En 2022, Jujuy, Salta, Tucumán y Santiago del Estero superaron el 50%. En el nivel nacional, el 42,5% de los hogares con niños tiene un solo menor; el 39,8%, dos; y el 17,8%, tres o más.
La desigualdad económica también aparece reflejada en la distribución demográfica. Según la Encuesta Permanente de Hogares, casi seis de cada diez hogares con menores se ubican en los quintiles de menores ingresos. En el quintil más pobre, el 72,4% convive con niños; en el de mayor poder adquisitivo, solo el 17%.
La caída de la natalidad sigue la tendencia internacional y responde a varios factores: menor fecundidad, mayor expectativa de vida y una reducción marcada del embarazo adolescente, que entre 2014 y 2021 se redujo a la mitad. Pero el Indec advierte sobre otra variable clave: los costos. En octubre, la Canasta de Crianza estimó que mantener a un niño en edad escolar demandó más de $557.000 mensuales, muy por encima del Salario Mínimo Vital y Móvil, fijado en $322.200.
El informe concluye que las transformaciones económicas, sociales y demográficas de la última década consolidaron un nuevo escenario familiar, con menos nacimientos, hogares más pequeños y una estructura poblacional cada vez más envejecida.