Aunque superan los 70 años y no están obligados por ley a sufragar, Luis, Juan Carlos y Juana llegaron temprano a la escuela Gervasio Méndez para ejercer su derecho al voto. Sus testimonios, entre recuerdos, rutinas y convicciones, reflejan una ciudadanía activa que no se jubila.
Redacción EL ARGENTINO
Todavía no son las ocho, pero en la vereda de la escuela ya hay movimiento. Una mujer mayor, con paso firme y mirada serena, espera a que sea el horario para emitir su voto. No tiene la obligación de votar: ya pasó los 70, y sin embargo está ahí, como cada elección. “Es mi manera de seguir diciendo presente”, dijo Juana al ARGENTINO mientras acomoda su DNI en la cartera.
A pocos metros, un hombre saluda a los policías de la puerta y se dispuso a hacer la cola. “Yo voté cuando había que hacerlo por obligación, y ahora también, no me lo pierdo por nada”, comentó Juan Carlos. Son los primeros vecinos en llegar, los que no necesitan recordatorios ni campañas. Para ellos, el voto no es trámite: es memoria, es historia, es futuro.
Votar por convicción: honrar la democracia en Gualeguaychú
Entre quienes llegan primero están ellos: adultos mayores que no tienen la obligación legal de votar, pero que lo hacen igual. No por costumbre solamente, sino por convicción. Porque sienten que es un deber, una forma de estar presentes, de seguir participando.
Luis tiene 76 años y una rutina clara: “Siempre vengo temprano, toda mi vida fue así. Para salir del paso y después tener el día libre. Me gusta limpiar la casa, tener todo en orden”, contó a EL ARGENTINO con una sonrisa tímida. Su señora de 70 años vota en otra escuela, pero se organizan para acompañarse. “Yo voy a votar hasta que pueda. Para mí es una obligación como ciudadano de este país, no hemos aflojado nunca. Además, me da tranquilidad”, dijo, con una mezcla de orgullo y serenidad.
Juan Carlos, de 75, también llegó temprano. “Es costumbre. Me levanto cuando canta el gallo, como quien dice. Así después me queda el día libre para estar con la familia”, explicó. Aunque ya no está obligado, considera el voto como un deber. “Mientras uno se pueda mover bien, hay que venir. Es parte de lo que somos”, afirmó. Su familia lo alienta, aunque a veces le dicen que no venga temprano. “Pero yo vengo igual, quiero ser uno de los primeros que emite el voto”, resaltó Juan Carlos a EL ARGENTINO.
Juana tiene 79 años y camina desde Avenida Parque hasta la escuela Gervasio Méndez. “A veces llego primera como fue el caso de hoy. Me gusta votar, además de la caminata me entusiasma ser parte de este acto”, dijo con naturalidad. No lo vive como un esfuerzo, sino como parte de su día. Su gesto, simple y firme, resume una ética del compromiso que no necesita grandes discursos.
Estas tres historias, recogidas en la mañana de este domingo electoral, no son excepcionales, se repiten. En cada escuela de Gualeguaychú hay personas mayores que se acercan a votar con paso lento pero decidido. No lo hacen por obligación, sino por una forma de entender la ciudadanía como algo que se ejerce hasta el final. En tiempos donde la participación política se discute y se tensiona, su presencia es un recordatorio silencioso pero potente: la democracia también se sostiene con estos gestos cotidianos. “Yo voy a votar hasta que pueda”, dijo Luis. Y en esa frase cabe una vida entera de compromiso. Votan por sus hijos, por sus barrios y por los que vienen detrás.