
El estreno de “Sin Querer Queriendo” ha vuelto a iluminar la vida de Roberto Gómez Bolaños y sus icónicos personajes. Su historia comenzó con una pequeña mentira en una entrevista de trabajo, lo que lo llevó a descubrir su verdadera vocación: contar historias.

Redacción EL ARGENTINO
Mientras los capítulos de la serie biográfica "Sin Querer Queriendo" que acaba de estrenar Max (8 capítulos que se estrenarán uno por semana hasta fines de julio) se vayan emitiendo surgirán las discusiones y se reavivarán viejas polémicas. Las peleas con Quico, el engaño a su mujer y madre de sus seis hijos, el amor con Florinda Meza, los motivos por los que esta no aceptó aparecer en la serie con su nombre, las viejas disputas por la herencia. También será una ocasión extraordinaria para disfrutar, ya arreglados los derechos para que vuelvan a darse sus programas, de nuevo de una de las cumbres de la comedia y la ternura en español. El Chavo y el Chapulín tienen más de 55 años pero siguen manteniéndose vitales. Sorprenden, divierten y emocionan como siempre.
Trabajando en publicidad, destacó por su creatividad y recibió el apodo de "Chespirito". Su llegada a la televisión fue fortuita, pero pronto sus sketches se independizaron, convirtiéndose en éxitos como Los Super Genios de la Mesa Cuadrada.
Así nació El Chapulín Colorado, un antihéroe entrañable que cautivó al público con su astucia. Luego, la salida de un actor lo llevó a crear a El Chavo del Ocho, un niño pobre que conquistó Latinoamérica con su ternura y humor. Chespirito no solo revolucionó la televisión, sino que dejó un legado cultural imborrable.

La vecindad del Chavo: el legado de Chespirito
Roberto Gómez Bolaños, quien llevaba más de 15 años escribiendo guiones para cómicos, a los 41 años creó personajes inolvidables. Con El Chapulín Colorado y El Chavo del Ocho, se convirtió en un ícono de la comedia en español.
Antes de su éxito, escribió para Viruta y Capulina, aprendiendo sobre televisión y el trabajo en equipo. Con su propio programa, se preocupó por dar espacio a cada personaje, permitiendo que el público se identificara con Quico, la Chilindrina o Don Ramón.
El impacto de sus frases y gestos trascendió generaciones: "No contaban con mi astucia", "Fue sin querer queriendo", "Se aprovechan de mi nobleza". La masividad de su éxito lo llevó a teatro, giras y cine con El Chanfle, batiendo récords de taquilla. Más allá de la televisión, Chespirito dejó una huella imborrable en la cultura latinoamericana.

El fenómeno latinoamericano de Chespirito
El éxito de Chespirito trascendió fronteras. Su programa llegó a Nicaragua, luego se expandió por Centroamérica y finalmente conquistó Sudamérica. En Argentina aterrizó en 1979 y su impacto fue inmediato, llenando estadios y estableciendo una conexión profunda con el público.
Las giras por el continente fueron multitudinarias, comparadas con un fenómeno Beatle tardío. En Chile, agotaron dos funciones en el Estadio Nacional, aunque años después se debatió su presencia en tiempos de Pinochet. Gómez Bolaños sostuvo que actuaban para los niños y sus familias, celebrando la magia del espectáculo.
Su amor por Argentina quedó demostrado en visitas memorables y participaciones en programas icónicos. Su fallecimiento en 2014 movilizó a miles de seguidores, quienes lo despidieron con gratitud en el Estadio Azteca. Hoy, con el estreno de "Sin Querer Queriendo", su legado revive y su impacto sigue intacto.
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