El Festival Internacional de Cine de Entre Ríos (Ficer) se prepara para su séptima edición en Paraná, consolidándose como un espacio que articula esfuerzos públicos y privados.
Por Sandra Insaurralde
En un contexto de desfinanciamiento nacional, el Festival Internacional de Cine de Entre Ríos (Ficer) se prepara para su séptima edición en Paraná. Eliana Di Giovanni, integrante del equipo organizador, y el gualeguaychuense Agustín de Torres, secretario de la Asociación de Realizadores Audiovisuales de Entre Ríos (Araer), remarcaron, en diálogo con EL ARGENTINO, la importancia de sostener espacios de producción, formación y encuentro.
El Ficer tendrá lugar en la capital provincial desde el 25 al 30 de noviembre. Será la séptima edición de un evento que se ha convertido en referencia cultural y audiovisual en la región. La programación se desplegará en lo que se denomina el Polo Cultural, que incluye el Centro Provincial de Convenciones, La Vieja Usina, el Instituto Autárquico Audiovisual de Entre Ríos (Iaaer) y diversas subsedes en localidades de la provincia.
Eliana Di Giovanni, integrante del equipo organizador, explicó que el mayor desafío es mantener la calidad de la programación y expandir los espacios conquistados. “Este año sumamos al Centro Provincial de Convenciones, la Sala Verónica Kuttel en La Usina, la Sala Rúben Noble en el Iaaer, Las Tipas y el Cine Círculo como subsede. No se trata sólo de sostener lo logrado, sino de crecer en cantidad de salas y públicos”, dijo a EL ARGENTINO.
La apertura estará marcada por la proyección de “El mensaje”, de Iván Fund, “como gesto de apoyo al cine entrerriano y a las políticas de difusión que impulsa el Iaaer”, mencionó Di Giovanni. Mientras que el cierre será con “Un cabo suelto”, dirigida por el actor uruguayo Daniel Hendler. “La elección responde a la idea de tender puentes con países vecinos y reconocer a un actor que ha marcado generaciones encarnando personajes inolvidables y que ahora lo hace desde el rol de dirección”, manifestó la referente e integrante del equipo organizador.
Un esfuerzo compartido en tiempos de desfinanciamiento
Agustín de Torres, secretario de la Araer, subrayó que el festival se sostiene gracias a la articulación entre el Estado provincial y el sector privado que pone la mayoría de los recursos, en un escenario complejo para la producción audiovisual. “Es fundamental sostener estos espacios en un contexto donde la política nacional ha desfinanciado proyectos y no existe una estrategia concreta para el desarrollo audiovisual”, remarcó.
De Torres destacó que las provincias están asumiendo el rol de garantizar la circulación, exhibición y producción de contenidos. “Las provincias están tomando la posta para sostener los distintos circuitos, no solo la parte productiva, sino también la distribución y exhibición. Por eso es clave que existan festivales como el Ficer”, agregó.
El festival se ha consolidado como un espacio de encuentro y producción. En ese marco se desarrolla el Fisaforum, donde proyectos en etapa de guión o desarrollo participan en rondas de negocios y acceden a premios monetarios y servicios de producción. “Son películas que todavía están en etapa inicial, por lo cual es fundamental acompañar todas las fases del proceso”, explicó de Torres.
El dirigente también remarcó que el festival es un lugar de resistencia cultural: “No solamente son espacios para mostrar, sino también para producir y dialogar. En este contexto de crisis, el Ficer es una herramienta para que los realizadores podamos seguir trabajando y encontrando nuevas oportunidades”.
Formación y fomento para nuevas generaciones
La dimensión formativa es otro de los pilares del Ficer. Desde mayo, se desplegaron talleres en más de veinte localidades de la provincia, dirigidos a adolescentes de entre 13 y 18 años. “Son futuros realizadores que encuentran en estas instancias una primera experiencia de formación”, señaló de Torres.
Eliana Di Giovanni también resaltó la importancia de estas actividades: “La capacitación es parte de la política integral del festival. No se trata sólo de exhibir películas, sino de sembrar vocaciones y abrir caminos para quienes sueñan con contar historias desde Entre Ríos”.
El plan incluye además la inauguración de una cinemateca provincial, que funcionará en el Centro Tecnológico Mirador Tech. Allí se preservará material audiovisual, garantizando la conservación del patrimonio cultural entrerriano.
Por su parte, de Torres insistió en que estas políticas que brinda Araer son vitales: “Estamos en un contexto súper complejo para producir, con muy pocos recursos. Sostener estos espacios es fundamental para la supervivencia de nuestra actividad. No se trata solo de cine, también de pensar en nuevos formatos como videojuegos y series, que forman parte del futuro audiovisual”.
Un festival que la región espera
El impacto del Ficer trasciende las fronteras provinciales. Cada año llegan proyectos de gran calidad y se genera un intercambio enriquecedor entre organizadores y realizadores. “Es uno de los pocos festivales que se sostienen con fuerza y que atrae a realizadores de todo el país”, afirmó de Torres a EL ARGENTINO.
Di Giovanni coincidió en que el festival se ha convertido en un espacio esperado: “Muchos realizadores aplican porque saben que aquí hay un público atento y una organización que apuesta a la diversidad. Es un festival que se ha ganado un lugar en el mapa cultural argentino”.
La expectativa es alta: el Ficer no solo exhibe películas, sino que también abre la puerta a nuevos formatos como videojuegos y series, ampliando horizontes más allá del cine tradicional. “Nosotros también participamos con nuestros proyectos y eso hace crecer el espacio”, concluyó de Torres.
El Ficer se presenta como una política cultural clave para sostener la producción audiovisual en tiempos difíciles. En un escenario de desfinanciamiento nacional, Entre Ríos apuesta a la articulación público-privada y al compromiso de sus realizadores para mantener vivo un festival que combina exhibición, formación, fomento y conservación.
La voz de Eliana Di Giovanni y Agustín de Torres refleja la convicción de que el cine entrerriano no solo debe sobrevivir, sino expandirse e interactuar con el mundo. El festival es, en definitiva, un acto de resistencia cultural y un puente hacia nuevas generaciones de realizadores.