El Senasa refuerza controles ante el avance del Pequeño Escarabajo de las Colmenas, que pone en riesgo la producción de miel en Entre Ríos, una de las provincias líderes en exportación.
Redacción EL ARGENTINO
Entre Ríos se consolida como una de las provincias más relevantes en la apicultura argentina, con cerca de un millón de colmenas, más de 12 mil apiarios y alrededor de 4056 productores activos. Su infraestructura incluye 199 salas de extracción y 26 establecimientos fraccionadores, lo que permite sostener una producción de alto impacto en el mercado interno y externo. Argentina supera las 70 mil toneladas anuales de miel, de las cuales más del 80 por ciento se destina a la exportación, ubicando al país entre los mayores proveedores a nivel mundial.
En ese contexto de liderazgo, la irrupción del Pequeño Escarabajo de las Colmenas (PEC) genera una creciente preocupación. La plaga compromete tanto la sanidad de las colmenas como la calidad del producto final, ya que puede provocar la fermentación de la miel en salas de extracción y arruinar lotes completos destinados a la comercialización.
El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) desplegó un esquema de monitoreo permanente en provincias clave como Entre Ríos, Chaco, Misiones, Formosa y Salta. Las acciones incluyen inspecciones periódicas, trampas específicas y análisis de muestras para detectar al escarabajo en distintas etapas de desarrollo. El objetivo es lograr una detección temprana que permita frenar su dispersión antes de que afecte de manera masiva la producción.
La estrategia sanitaria se complementa con campañas de capacitación para apicultores, orientadas a fortalecer la inspección preventiva de colmenas y garantizar la notificación inmediata de cualquier sospecha de infestación. El organismo insiste en la necesidad de utilizar el Documento de Tránsito Electrónico (DT-e) al movilizar colmenas, lo que asegura trazabilidad y reduce el riesgo de propagación.
El trabajo conjunto entre Senasa y los productores entrerrianos se presenta como la clave para sostener una apicultura sostenible, que no solo resguarda la economía provincial sino también la biodiversidad, dado que las abejas cumplen un rol central como polinizadores. El desafío es evitar que la plaga erosione un sector que, por su volumen y calidad, ha posicionado a la miel argentina como un producto de excelencia reconocido internacionalmente.