El Presidente viajó con custodia oficial a un acto partidario privado en Córdoba, que recaudó millones y dejó fuera a la prensa.
Redacción EL ARGENTINO
La reciente participación de Javier Milei en la denominada "Derecha Fest", un evento privado realizado en Córdoba, desató una fuerte polémica por el uso de recursos del Estado. Aunque el acto no tuvo carácter oficial y se prohibió el acceso a la prensa, el Gobierno nacional montó un amplio operativo de seguridad y utilizó el avión presidencial para el traslado del mandatario y su comitiva.
Milei viajó en el Tango 10, un Lear Jet 60 perteneciente a la flota presidencial, acompañado por su hermana Karina. A su arribo lo esperaban el gobernador Martín Llaryora y el diputado libertario Gabriel Bornoroni. La distancia al hotel donde se celebró el evento fue de apenas 3,7 kilómetros, pero en ese breve trayecto se desplegaron unos 250 efectivos entre militares, gendarmes, personal de Casa Militar y de fuerzas federales.
El evento, celebrado en el hotel Quórum, fue cerrado al público general y no se transmitió por canales oficiales. La organización recaudó más de 105 millones de pesos en entradas, que se vendieron a 35 mil pesos cada una. El costo del alquiler del lugar rondó los 65 mil dólares (alrededor de 82 millones de pesos), sin incluir servicios técnicos ni catering.
La presencia del Presidente en este contexto generó duras críticas desde la oposición. El diputado socialista Esteban Paulón presentó un pedido de informes para que se detalle la composición de la comitiva, los recursos utilizados y bajo qué normativa se justificó el uso de bienes del Estado en una actividad partidaria. También cuestionó que el evento haya generado ganancias a una empresa privada mientras se emplearon fondos públicos para facilitar la presencia presidencial.
Uno de los aspectos más controvertidos fue la expulsión de una periodista de Página 12 que había pagado su entrada para cubrir el evento. Personal de Casa Militar la obligó a retirarse del lugar y, según denunció, le ofrecieron dinero para compensar el valor del ticket. Este episodio volvió a poner en foco el trato hostil del oficialismo hacia la prensa.
Durante la "misa libertaria", como algunos la denominaron, Milei no escatimó en ataques políticos: llamó "bruta traidora" a la vicepresidenta Victoria Villarruel, reafirmó su rechazo a la interrupción voluntaria del embarazo y definió las elecciones legislativas venideras como una “guerra”. Tampoco faltaron los insultos a periodistas y críticas al diálogo político.
El despliegue logístico y el blindaje informativo en torno al evento recuerdan otros viajes de Milei al exterior, donde se construyen actividades oficiales para justificar traslados presidenciales a premiaciones sin respaldo institucional. Sin embargo, en esta oportunidad no hubo siquiera un acto gubernamental complementario, lo que incrementa las sospechas de uso indebido de recursos.
El caso ya alimenta nuevas denuncias y reclamos de transparencia, mientras el oficialismo guarda silencio sobre los costos y fundamentos del operativo. La oposición prepara nuevas acciones legislativas en un contexto de creciente tensión institucional.