El Gobierno responsabiliza a la incertidumbre política por la falta de confianza de los mercados, mientras economistas advierten sobre la debilidad estructural del plan económico.
Redacción EL ARGENTINO
Pese a la disciplina fiscal exhibida por el Gobierno de Javier Milei, el riesgo país permanece por encima de los 700 puntos básicos, un nivel que obstaculiza el objetivo oficial de reinsertar a la Argentina en los mercados financieros internacionales. El índice, que mide el sobreprecio que deben pagar los bonos soberanos en relación con los del Tesoro de Estados Unidos, había tocado un piso de 560 puntos a principios de año, pero desde entonces volvió a escalar hasta rondar los 800 puntos, reflejando la desconfianza inversora.
Desde el oficialismo insisten en que la suba del indicador responde a “factores políticos”, especialmente a la posibilidad de que el kirchnerismo se fortalezca en las elecciones legislativas de octubre y avance con proyectos que podrían afectar el equilibrio fiscal. Entre ellos se mencionan la movilidad jubilatoria, la emergencia por discapacidad y el reparto de los Aportes del Tesoro Nacional.
El ministro de Economía, Luis Caputo, sostiene que el Gobierno está cumpliendo con todos los compromisos asumidos y recuerda que el último vencimiento de deuda por USD 4.200 millones fue pagado en efectivo. Sin embargo, el mercado no convalida esa narrativa con entusiasmo. La persistencia del riesgo país alto implica un freno al anhelo de regresar al crédito externo para refinanciar vencimientos, uno de los ejes del plan financiero de Milei.
Consultados por Perfil, distintos economistas coincidieron en que la raíz del problema es política, pero también económica. Camilo Tiscornia, de C&T Asesores, consideró que “el riesgo país debería estar en 500 puntos”, pero que la falta de reservas y un débil respaldo legislativo afectan la percepción de los inversores. “La acumulación de reservas no se logra y eso es clave para recuperar la confianza”, explicó.
Por su parte, el economista Juan Manuel Telechea señaló que en las últimas semanas el Gobierno cambió su discurso: pasó de relativizar la importancia de las reservas a intervenir en el mercado para comprar dólares, aunque ahora lo hace a un precio más alto que semanas atrás. A eso se le suma el factor institucional: “Hay que esperar a octubre; si el oficialismo gana, podrían reactivarse las reformas estructurales pendientes”, evaluó.
Christian Buteler, analista financiero, observó que desde junio se profundizó la desconexión entre el riesgo país argentino y los indicadores regionales. “Hasta febrero se movía en línea con otros países, pero después hubo ruido cambiario y ahora hay dudas sobre la sostenibilidad del rumbo económico”, advirtió.
Mientras tanto, el indicador se consolida como una barrera para el acceso al financiamiento y condiciona cualquier proyección de estabilización a mediano plazo. La estrategia de Caputo —basada en ajuste fiscal, intervención selectiva en el mercado cambiario y ausencia de emisión monetaria— no alcanza para revertir la desconfianza sin un refuerzo político contundente. Octubre aparece en el horizonte como un punto de inflexión: si el oficialismo logra fortalecer su posición en el Congreso, el Gobierno cree que podrá retomar el sendero descendente del riesgo país. Pero el mercado, por ahora, exige más que promesas.