
Su hija pide romper el silencio y asegura: “Estamos atrapados en esta desaparición”

Redacción EL ARGENTINO
A un año de la desaparición de Enrique Monzón, su familia sigue sin respuestas. El 4 de junio de 2024 fue la última vez que se lo vio en la zona de montes de Alcaraz, en el departamento La Paz. Desde entonces, el misterio se profundiza y la angustia crece. Su hija, Melisa Monzón, reclama que la búsqueda está paralizada y que “nadie lo está buscando oficialmente”.
“Por las pruebas que tenemos, mi papá llegó al monte y siguió el camino hasta las luces de la casa. De hecho, tenemos el testimonio del dueño, Julio Lodi, de que llegó y no dijo nada, cuando con los maquinistas sí lo hizo”, relata Melisa. Y se pregunta: “¿Qué le pasó a mi papá que no lo dejaron hablar, cuando era una persona que entablaba conversación?”.
Según contó, Lodi declaró que Enrique llegó, apenas dijo “disculpe señor”, y se fue sin explicar nada más. “Reconozco que Lodi tenía toda la razón al echarlo. Mi hermano le dijo que si lo lastimó, nos lo diga, porque mi papá estaba armado y en una propiedad privada; además, un error lo puede cometer cualquiera. Al mes lo allanaron y le encontraron armas, cuando habían dicho que no tenía”, asegura Melisa, apuntando a inconsistencias en el relato.
A un año de aquella noche, la familia siente que todo sigue igual. Melisa revela que cazadores y vecinos siguen acercándose, compartiendo dudas, sospechas o intuiciones. “El otro día uno de ellos me dijo que estaba en el lugar buscando a mi papá, que no dejaron de buscarlo, pero que no está en el monte, que no entró ahí”, contó.
La joven cuestiona que nunca se haya encontrado ningún rastro. “Ese no es un monte impenetrable, es un lugar donde la gente va a trabajar, a cazar. Es imposible que no haya quedado ni una pista”, dice. Denuncia que la búsqueda oficial se detuvo en agosto de 2024 y que, desde entonces, solo se realizan operativos en lugares propuestos por la familia.
En ese marco, destaca el trabajo del fiscal Mauro Quirolo, a quien define como “muy humano con nosotros”, aunque lamenta los lentos tiempos judiciales.
La familia de Enrique mantiene viva la esperanza, pero necesita ayuda. “Quien tenga algún dato, que pierda el miedo y lo diga”, pide Melisa, dejando su número de contacto (3404 41-9181) para recibir información.
“Estamos atrapados en esta desaparición”, resume con dolor. La frase condensa el padecimiento de un año marcado por la incertidumbre, el silencio y la espera. A pesar de todo, insiste: “No vamos a parar. Sé que esta historia va a terminar. Vamos a saber qué pasó con mi papá”.
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