Los combustibles subieron más de 40% en 2025 y superaron la inflación

A lo largo de 2025, los precios de los combustibles registraron aumentos superiores al 40%, un nivel que quedó claramente por encima de la inflación anual, estimada en torno al 30%. La suba respondió a una combinación de factores locales e internacionales que presionaron de manera sostenida sobre los valores en los surtidores.

Entre los principales impulsores se ubicaron la evolución del tipo de cambio, el incremento de la carga impositiva y los mayores costos de los biocombustibles, que terminaron trasladándose al precio final. Durante el año también se mantuvo un esquema de actualización dinámica, con variaciones según la demanda, la ubicación geográfica y los horarios, lo que derivó en ajustes frecuentes y desiguales entre regiones.

En diciembre, el ajuste mensual llegó a superar el 4% a nivel nacional. En el acumulado anual, los aumentos buscaron compensar la devaluación del peso, los fuertes incrementos en el biodiesel y el bioetanol, y la actualización de impuestos específicos que habían permanecido congelados en períodos anteriores. El resultado fue un encarecimiento del combustible por encima del índice general de precios.

Tras esta sucesión de subas, los valores quedaron levemente por encima de la paridad de importación. En el caso de las naftas premium, el precio promedio se ubicó alrededor de un 9% por encima de esa referencia, mientras que el gasoil quedó prácticamente en paridad. Este escenario derivó en un reciente anuncio de baja parcial en los precios, aplicada de manera gradual y segmentada según zonas.

El análisis de la dinámica de diciembre mostró que los precios habían quedado rezagados frente a la devaluación acumulada en la segunda mitad del año, lo que explicaría la aceleración de los ajustes hacia el cierre de 2025. A esto se sumó la liberación de impuestos y la suba de los biocombustibles, que terminaron de empujar los valores al alza, aun cuando la baja del petróleo internacional actuó como un factor moderador.

De cara a 2026, el foco está puesto en la evolución del precio internacional del crudo. Un barril más barato reduce presiones sobre los precios internos, pero también plantea desafíos para la viabilidad de proyectos con mayores costos de desarrollo, en especial en yacimientos no convencionales.

En ese contexto, la estabilidad macroeconómica, la desaceleración de la inflación y las reformas estructurales aparecen como condiciones clave para mejorar la competitividad, sostener el perfil exportador y definir el rumbo del sector energético en el próximo año.