El consumo masivo atraviesa veinte meses consecutivos de contracción y, aunque diciembre suele representar un alivio para supermercados e hipermercados, esta vez la expectativa es sombría. Empresarios del sector advierten que no hay indicadores que permitan proyectar una mejora respecto de 2024, cuando el último mes cerró con un desplome de ventas cercano al 18%.

La preocupación se centra en tres factores principales: la inflación persistente, la volatilidad cambiaria y la especulación de proveedores, que remarcan precios en forma constante. Rubros como aceites, yerba, galletitas y harinas muestran ajustes semanales de entre 3% y 8%, afectando la rentabilidad y desalentando promociones. “Es una especie de aumento sin lista”, graficó un supermercadista, aludiendo a la retracción de ofertas que solían dinamizar la demanda.

La Cámara Argentina de Supermercados denunció la práctica de subas preventivas y reclamó a la industria retrotraer incrementos, especialmente en alimentos básicos. Sin embargo, la realidad del mostrador refleja otra dinámica: los consumidores recortan gastos, achican tickets y migran a almacenes de barrio, donde las compras son más pequeñas, pero más frecuentes. Esa redistribución del consumo favorece al comercio de cercanía, que prepara canastas navideñas con valores accesibles para atraer clientes.

El salario real continúa deteriorado. Según Empiria, el ingreso disponible de las familias se mantiene 7% por debajo de niveles de 2023, y la brecha es mayor en los sectores más vulnerables, con un retroceso del 10%. En paralelo, octubre llega con aumentos en transporte, prepagas, colegios y alquileres, lo que presiona aún más sobre los bolsillos.

Las elecciones del 26 de octubre suman incertidumbre. Si el resultado electoral dispara el dólar, en el sector creen que la demanda no reaccionará de manera positiva: “La gente ya cambió su forma de comprar; el indicador no es la lista de precios, sino el dinero en el bolsillo”, advirtió un empresario.

De cara a diciembre, el panorama es frágil. Las grandes superficies temen que se repita la caída de fin de año pasado, mientras los pequeños comercios apuestan a volumen y cercanía. En cualquier escenario, el consumo se perfila como el termómetro más sensible de la crisis económica que golpea al país.