Redacción EL ARGENTINO
El cultivo de girasol en Entre Ríos atraviesa una campaña 2024/25 con indicadores alentadores en términos generales, aunque con matices que invitan a mirar más allá del optimismo. Según el último informe del Sistema de Información de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos (SIBER), el 98% del área implantada presenta una condición entre “Buena” y “Muy Buena”. Sin embargo, el 2% restante —calificado como “Regular”— expone las consecuencias de los excesos hídricos durante la siembra, un factor que sigue afectando la densidad de plantas en algunos lotes.
La superficie sembrada alcanza las 24.350 hectáreas, una cifra similar a la del ciclo anterior. El informe detalla que el 38% del área se encuentra en condición “Muy Buena”, mientras que el 60% es considerada “Buena”. Solo el 2% fue clasificado como “Regular”, aunque ese porcentaje representa más de 480 hectáreas con problemas de implantación.
El estado fenológico del cultivo es variado: va desde V6 (seis hojas desplegadas) hasta R1 (inicio de floración), con una mayor concentración en los estadios V8 a V10. Esta diversidad refleja tanto la amplitud de fechas de siembra como las diferencias en las condiciones ambientales que atravesaron los lotes.
Las lluvias y su impacto en los cultivos
Desde el SIBER (Sistema de Información de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos) explicaron que las lluvias recientes favorecieron el desarrollo del cultivo, aunque no se profundizó en los impactos previos de los excesos hídricos. En zonas puntuales, la emergencia del cultivo se vio afectada por anegamientos temporarios, lo que derivó en menor densidad de plantas y, en algunos casos, necesidad de resiembra.
En un contexto de incertidumbre climática creciente, el dato del 98% en “buen estado” puede resultar alentador, pero también corre el riesgo de invisibilizar las dificultades estructurales que enfrentan los productores: desde la falta de infraestructura hídrica hasta la escasa cobertura de seguros agrícolas frente a eventos extremos.
Mientras tanto, el girasol sigue siendo una alternativa estratégica en la rotación de cultivos, especialmente en zonas con limitaciones para la soja o el maíz. Su rusticidad y tolerancia a condiciones adversas lo mantienen vigente, aunque los desafíos de manejo y adaptación climática siguen presentes.